Bitácora de Viaje

 

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Lunes 18 de septiembre de 2006  

Primer Reporte - Desde Yereván, Armenia  

 

BÁREB!!!

Estimados compatriotas, colegas, amigos, socios, compañeros!!!!!

Hoy 18 de septiembre echaremos harto de menos los tiquitiquitiii, las empanadas, anticuchos y VIVAS CHILE. Pero no importa, porque orgullosos estaremos haciendo patria aquí en Yerevan gritando un ceacheiii desde el noveno piso del edificio donde vivimos y comiendo khatchapuri con carne, una especie de empanada caucásica que ojalá esté a la altura de las nuestras.

Las 42 horas que nos demoramos en llegar al Cáucaso no estuvieron exentas de anécdotas. Desde Santiago partimos a Madrid y de ahí al aeropuerto de Domodedovo, en Moscú, donde esperábamos pasar unas agradables 18 horas de amor en tránsito esperando el Tupolev 154 de Siberian Airlines que nos llevaría rumbo a nuestro destino final. Pero...cuando creímos que todo iba a resultar bien, un funcionario de la línea aérea, con pinta de oficial de la KGB, se negó a reconocer nuestras visas de entrada a Armenia (obtenidas vía Internet a través del propio gobierno armenio) y sin inmutarse nos dijo que necesitábamos una carta oficial del gobierno diciendo que esas visas eran válidas. CUAC? Cómo pretendía este hombre que, estando en el purgatorio del aeropuerto, en una zona en tránsito, sin computadores, sin teléfonos públicos, y sin fax, pudiésemos hacerlo? Afortunadamente lo logramos, con la ayuda de la Embajada de Armenia en Argentina, la Embajada Chilena en Rusia, y el celular, que para nuestra alegría nos trajimos. Lo que no será tan alegre va a ser la cuenta de 40 lucas en roaming.

Hoy llevamos ya 4 días en Yereván, una ciudad que te hace persignarte tres veces antes de cruzar la calle o vivir la experiencia de ir arriba de un auto con un armenio al volante, plagada de edificios soviéticos, con un monte de casi 6.000 mts. omnipresente -el Ararat- y compartiendo con una gente que jamás te deja paga la cuenta y que te abre las puertas de su casa apenas te conoce. Si algunos se preocuparon que no tendriamos que comer...ejem...creo que ahora se tendrán que preocupar de que no lleguemos rodando de vuelta, pues aquí nos han llenado de todas las delicias y exquisiteces del Cáucaso.

Yereván es también una ciudad de contrastes. No es raro caminar por una de las calles chic de la ciudad y encontrarse con una recién inaugurada tienda Benetton. Pero al mismo tiempo, la entrada de nuestro edificio es un portón de lata, sin luz, con el hormigón a la vista un poco destruido y donde tenemos que subir a pata nueves pisos hasta el depto. que arrendamos, si es que no queremos matarnos arriba del ascensor, que funciona "sólo a ratos". Eso no es raro, de hecho, nuestro departamento está recién remodelado, tiene aire acondicionado y una pantalla plana. ¿Ven?

Hemos estado en contacto con una serie de ONGs, Fundaciones y Centros de Estudios que se dedican a tocar temas de la sociedad civil y el desarrollo de Armenia; con funcionarios de gobierno, con artistas y jóvenes, lo que nos tiene súper contentos, ya que llevamos tan poco tiempo acá. Nos llama la atención el nivel de participación que tiene la juventud en este tipo de organizaciones; y es que los armenios -como los judíos- tienen un sentido de identidad nacional impresionante, una nación que quieren sacar adelante como sea. Por ejemplo, cientos de jóvenes de la diáspora vienen año a año desde EE.UU., Canadá o Francia a hacer voluntariado por unos meses y a conocer el país del que provienen sus padres o abuelos.

Lo más gratificante ha sido contar con personas como Hakob y Nareg, dos armenios que se han dedicado a ser nuestros productores en terreno, gestionando acreditaciones, consiguiendo entrevistas y movilizándozonos por la zona rural del país... y todo en tres días!!!

Bueno, eso es todo...

VIVA CHILE MIERDA!

Un gran abrazo

PAKÁ!!!!

Cata, Cristóbal, Nando, Pola

Equipo Cáucaso, el documental

 
   
Sábado 7 de octubre de 2006  
Segundo Reporte - Desde Tbilisi, Georgia  

 

Gamarjoba!!!

Estimados todos, sabemos que ha pasado bastante tiempo desde nuestro primer reporte, pero para alegria nuestra y de ustedes (esperamos) ha sido porque equipo Caucaso ha estado trabajando intensamente. Ya estamos en Tbilisi, Georgia, segunda parada de nuestro viaje. De Armenia no contamos mucho, asi que aqui vamos. En nuestro ultimo reporte llevabamos 4 dias en Yerevan y todavia no sabiamos bien a donde nos iba a llevar Armenia. De personajes, ni hablar...pero al quinto dia vimos la luz y todo lo que habiamos conversado en Santiago tomo forma y sentido: pudimos ponerle rostro a este pais. Nada mas adelantaremos sobre esto, jeje.

Al sexto dia empezamos a correr por Yerevan haciendo entrevistas y no paramos mas. Entrevistamos a pintores, arquitectos, musicos, cantantes de un coro, fotografos, jovenes que trabajan en ONGs, estudiantes, gente de la calle, desempleados, una vendedora de globos, politicos, economistas, historiadores, un "artivista", un ex miliar sovietico, un militar activo, refugiados, un coro de fanaticas patrioticas, la representante de la ONU en Armenia, la asistente personal del ministro de Relaciones Exteriores y... al mismisimo ministro de Relaciones Exteriores, solo por nombrar a algunos.

Punto aparte merece nuestra visita a Nagorno Karabagh, que es una region que esta en territorio azeri pero de facto pertenece a Armenia. Azerbaijan y Armenia tuvieron una guerra por esta region durante los 90s y hoy "goza" de una fragil estabilidad producto de un acuerdo de cese al fuego que no se ve cuando podra convertirse en un tratado de paz.

Y hacia alla partimos, con Nareg como guia y traductor. Nos alojamos en Shushi, una ciudad donde aun se puede sentir el olor de la guerra. Antes era una gran urbe, habitada por poblacion azeri principalmente, y hoy uno puede ver como esta reducida a un pueblo, donde solo viven armenios, no hay alcantarillado y donde la ciudad queda practicamente a oscuras por las noches por la falta de alumbrado.

Para nosotros que no estamos acostumbrados a presenciar realidades como esta (salvo por las noticias) fue una experiencia impactante, sobre todo cuando estuvimos en Aghdam, una ciudad que la han bautizado como la Hiroshima del Caucaso y a la que esta prohibido ir al menos para los extranjeros, pues la seguridad no esta garantizada ya que es una zona que anteriormente estuvo plagada de minas antipersonales. Nuestro espiritu periodistico pudo mas e igual nos fuimos a meter alla, sabiendo que no estabamos arriesgando nuestras vidas ni mucho menos. Aghdam era una rica urbe de 100 mil habitantes y hoy esta desierta y completamente destruida. Como se encuentra en Azerbaijan pero en el lado armenio de la linea de cese al fuego no se ve en el futuro una reconstruccion. Ni en el corto, ni en el mediano ni en el largo plazo.

Volvimos a Yerevan. El camino de vuelta no estuvo exento de "emocion" . Vimos la muerte como 5 veces, una en especial cuando nos despertamos y nuestro auto figuraba en la mitad de la carretera entre un camion y otro auto. Y despues la gente se preocupa de que hayamos estado en una zona de guerra... el verdadero peligro son estos armenios majaretas manejando.

En Armenia dejamos 26 cintas grabadas, un buen par de amigos: Nareg y Naz, un fotografo un poco hiperventilado pero buen amigo ahora; momentos muy chistosos, sobre todo relacionados con nuestra nula capacidad de comunicarnos en armenio. Dejamos nuestros mails en las agendas de las niñas del coro de Armen (con las que no sabemos como nos vamos a comunicar), a Hakob, nuestro amigo y traductor (en espanol!!!) que nos permitio conocer un poco mas de la zona rural de Armenia, dejamos ademas un par de calcetines grises que desaparecieron misteriosamente y un calcetin guacho que a Nando le dio lata ir a buscar al colgador del depto. de abajo... y dejamos la esperanza y las muchas ganas de volver algun dia a este maravilloso pais.

El miercoles nos encontro cruzando la frontera terrestre entre Armenia y Georgia, con una leve sensacion de temor por todo lo que nos habian dicho de las coimas. No paso nada y luego de un par de horas entrabamos a Tbilisi, ciudad que nos contrasto inmediatamente con nuestra ya familiar Yerevan: mucho mas grande que esta, mas europea y con mas que un cierto aire a Valparaiso.Llevamos cuatro dias en esta ciudad y ya hemos dejado nuestros pies por la avenida Rustaveli (la mas importante de Tbilisi), carreteamos con un grupo de skaters para conocer el mundo juvenil georgiano, probamos la que nos habian dicho era la exquisita comida georgiana y termino siendo un osobuco sacado de una picada de camionero del camino Requinoa- Chimbarongo, acompanamos a una familia a votar a elecciones municipales, y la proxima semana Catalina sera invitada especial a un programa de television sobre juventud en la television publica de Georgia. En un futuro proximo el tercer reporte sobre Caucaso, el documental.

Cata, Cristobal, Nando y Pola.

 
   
Jueves 2 de noviembre de 2006  
Tercer Reporte, desde Bakú - Azerbaiyán  

 

Salam!!!!!

Estimados todos, la verdad es que el tiempo ha sido escaso y por eso no habiamos escrito antes para contarles de nuestras novedades, pero lo prometido es deuda y aqui esta el tercer reporte de Proyecto Caucaso.

Llegamos a Baku, capital de Azerbaijan, via tren desde Tbilisi, Georgia. El viaje demoro cerca de 15 horas donde olores, paisajes e idiomas se mezclaban y creaban una atmosfera bastante particular que nos permitio digerir lo que habia sido nuestra estadia en Georgia. La ultima vez que supieron de nosotros llevabamos cerca de 3 dias en Tbilisi, pero esa ciudad tenia mucho más que entregarnos.

De partida nos reencantamos con la comida, ya que luego de nuestra nefasta experiencia con un osobuco desabrido conocimos el khinkali (una especie de gyosa mas grande y jugosa) , Khatcapuri (masa con queso que viene en distintas formas y tamanos), Ostri (estofado de carne con alinos locales), todos estos preparados no en restaurantes lujosos sino en picadas que siempre estaban en subterraneos bastante calurosos, con olor a humo de cigarro y con cocineras rosaditas y con cara de buena onda. El vodka y la cerveza son los acompanamientos obligatorios para estas comidas y sin distincion de sexo o edad.

Rustaveli fue nuestra calle, caminamos por ella tantas veces que hasta las personas que pedian nos reconocian, especialmente uno que ya hacia el final nos saludaba con un "Hi, I´m OK". Cuando no caminabamos por Rustaveli, estabamos arriba de una micro; el sistema era bastante civilizado, de hecho se paga al bajarse y nadie, ojo nadie, se va sin pagar. Ademas de las micros, el metro era toda una experiencia ya que el alfabeto georgiano - parecido a un plato de tallarines - no hacia nada amistoso el cambio de lineas.

Llevabamos 5 dias y comenzo la lluvia. Todos nuestros planes de grabar la ciudad se vieron aguados y nos empezamos a desesperar encerrados en nuestro departamento esperando que aparecieran las entrevistas y un rayo de sol para poder ver algo y no andar paseando por pasear disfrazados de astronautas y pistachos. Pero nos salvamos cuando sono el timbre de nuestro departamento y nos encontramos con Sandro. Un chiquillo de lentes amarillos, boinas de lana y poleras de Brasil, que ¡oh, alegria para nosotros! estaba a punto de estrenar un talk show en la TV publica. Asi que para alla partimos con nuestras camaras a grabar (y ser grabados). Como era el primer capitulo no habia demasiado publico y Catalina tuvo que acceder a sentarse entre ellos, junto a Mari -nuestra productora en terreno- y como obviamente no entendia nada, para no hacer el loco se reia cuando todo el resto se reia.

No todo fue trabajo. Nos tomamos un dia de descanso a las orillas del mar negro en Batumi, una ciudad bonita, pero que claramente esta viva en verano, porque cuando fuimos nosotros estaba dormidisima. Tuvimos que recorrerla entera para poder encontrar un lugar donde tomar desayuno y hacer hora hasta que empezara a despertarse la ciudad. Los highlights fueron el acuario con peces de feria, la rueda gigante que no estaba funcionando y los khatchapuris.

Entrevistamos a Schevernadze, fuimos al estadio a ver Italia contra la selección local y Nando estuvo detenido mas de una hora en manos de la milicia georgiana, pero esas son anecdotas que pueden leer en el blog ( proyectocaucaso.blogspot.com ).

Tbilisi es una ciudad que se ve mas moderna, verde y con look europeo en comparacion a otras que habiamos conocido aca, pero que sigue manteniendo un aire sovietico, donde la gente come khatchapuri como quien toma agua, donde en todas partes hay banderas de la UE, donde hay bandas de pub que tocan La Bamba sin entender nada de lo que cantan, donde la gente se persigna 3 veces al pasar por una iglesia y las mujeres no pueden entrar a ellas sin cubrir su cabello, donde no logramos encontrar ninguna cancion de reggeaton para comprobar lo que nos habían contado antes de partir y donde las calles estan llenas de escupos y colillas de cigarros.

Con 25 cintas grabadas y entrevistas interesantes que abracaron desde estudiates universitarios, vendedores callejeros y políticos que participaron el 2003 en la Revolución de las Rosas dejamos Tbilisi. Por supuesto que con una buena botella de vino georgiano que aumentó nuestro equipaje, y nos hubieran visto camino a la estacion de trenes... no pasamos desapercibidos... pareciamos equecos!!!

Bueno... ya estamos en Baku y la ciudad se encargo de recibirnos con una suerte de tormenta. Llovio tanto en una manana, que se lleno la cuota mensual de lluvia de la ciudad. Ademas se inundaron las calles y parecia Venecia. Lo unico que falto fueron los clasicos carritos que cruzan gente en el invierno santiaguino... aqui a nadie se le ha ocurrido la idea, y habria sido util, porque la gente opto por sacarse los zapatos, arremangarse los pantalones y cruzar las calles. De Baku queremos adelantar que es una ciudad grande, llena de edificios nuevos, que curiosamente nadie ocupa, pero que se siguen construyendo todos los dias. Hay bastantes extranjeros (cosas del petroleo) y el trafico es igual o peor que en los otros dos paises del Caucaso. Si bien Azerbaiajn es un pais musulman no se ve a muchas mujeres usando velo pero si podemos notar la ausencia de alcohol en la calles. La gente - mas bien los hombres ya que las mujeres brillan por su ausencia en las calles - se reunen a conversar tomando te. Asi como en Georgia el Khatchapuri la llevaba, aqui en Baku es el Doner (carne al pan con verduras) y el te, sobre todo el te. Mas detalles de Baku y el proyecto en el siguiente reporte.

Saludos a todos

Equipo Caucaso, el documental.


(Tildes omitidos voluntariamente)

 
   
Lunes 27 de noviembre de 2006  
Cuarto Reporte, desde Moscú - Rusia  

 

¡Priviet!

¡Tanto tiempo ha pasado, fieles lectores de nuestros periódicos reportes! Hoy les escribimos desde una "otoñal" Rusia, en que la temperatura no sube de los 0°C, la nieve que cayó hace días aún permanece a la orilla de la calle, y donde para salir del departamento en el que nos estamos quedando debemos ponernos encima al menos cuatro capas de ropa.

Dejamos hace unos días Azerbaiyán, nuestro último destino caucásico. Como en Armenia y en Georgia, este país nos ofreció una realidad totalmente única. Una de las primeras cosas que tuvimos que hacer al entrar fue sacar nuestro post sobre nuestra estada en Nagorno-Karabagh (N-K), ya que si las autoridades de este país se enteraban de nuestra visita a ese territorio "ocupado" por Armenia, seguro que estamparían un deportado en nuestros pasaportes.

Ya les adelantamos en nuestro anterior reporte sobre nuestras primeras impresiones de Bakú, pero ahora, que ya terminó nuestra estada ahí, creemos que podemos hablar con algo más de autoridad de este país.

Primero, tenemos que decir que armenios y azeríes se odian, pero, irónicamente, se parecen más de lo que quisiesen. Aquí y allá los hombres ocupan los mismos peinados y andan del brazo. El carrete también comienza a las seis de la tarde y termina antes de medianoche (Cote Evans estaría en su salsa). En Armenia y Azerbaiyán la gente brilla por su hospitalidad, y, aprovechándonos de ello, sacamos dos comidas a restaurantes tradicionales y una visita a una casa de té donde la Pola y la Cata eran las únicas mujeres a las que no se les pagaba por estar ahí. Así también, las calles estaban llenas de night clubs, donde los gringos que están en estas perdidas tierras del petróleo van a buscar algún cariñito pasajero para matar las frías y ventosas noches de Bakú.

Aquí las calles también están llenas de escupos, y, a diferencia de Tbilisi, donde nadie se podía sentar a la mesa sin un kachapuri, un vodka y una cerveza, en Bakú lo que la lleva es el té y los chocolates. En esos 21 días de seguro probamos más té que el que habíamos tomado en todas nuestras vidas.

En Bakú -no en Azerbaiyán- se respira, huele y transpira petróleo. La ciudad parece una olla a presión a punto de hervir: el tránsito es sinónimo de tacos interminables por todas las calles de la ciudad, los semáforos son sólo elementos decorativos del paisaje y las bocinas son una banda sonora constante en la vida cotidiana de la capital. Prácticamente en cada cuadra se están levantando gigantescos edificios de departamentos, signo inequívoco del boom económico; sin embargo, por la noche estos nuevas y lujosas construcciones lucen prácticamente a oscuras, pues casi nadie puede costear los millones de manats que cuesta una de esas propiedades. Para peor, estos edificios se construyeron sin ningún plan urbano, estacionamientos para propietarios, ni reglamentos de calidad en la construcción, y todos temen que Bakú -región tan sísmica como nuestro querido Chile-, en el próximo terremoto termine en el suelo.

Otra historia es la que se cuenta en regiones. En Sumgait, la antigua capital industrial de la Unión Soviética, nada habla de petróleo y todo de pobreza. Pudimos contemplar las enormes y abandonadas fábricas soviéticas, la pobreza de gigantescos bloques de departamentos de la época de Kruschev y un fuertísimo olor a químicos, huella clara de los altos niveles de contaminación que sufre gran parte de Azerbaiyán y del mar Caspio. Aunque también conocimos Guba, casi en la frontera con Daguestán y Chechenia, una hermosísima región montañosa y llena de bosques, donde por primera vez pudimos caminar por las montañas del Cáucaso. Guba es además una ciudad muy curiosa, en la que una enorme colonia judía convive en paz y amistad con el resto de la población musulmana.

Como les contábamos al comienzo, en Azerbaiyán tuvimos que sacar nuestro post sobre N-K. Y es que a la razón que ya les dimos se sumaba otra: en este país la libertad de expresión está seriamente amenazada por un gobierno en apariencia democrático pero que nadie duda en calificar de autoritario. No existe esquina o calle de este país donde no veas gigantografías del anterior presidente -Heydar Aliyev- o de Ilham Aliyev, el actual mandamás e hijo de Heydar. Caminas por las calles de Bakú y te encuentras con paredes donde se graban frases memorables de estos dos personajes. Bibliotecas, aeropuertos, fundaciones, bancos y edificios llevan el nombre de Heydar, al que se considera el verdadero salvador de este país del Cáucaso.

Los problemas de libertad de expresión los vivimos en carne propia. No llevábamos 24 horas en Azerbaiyán cuando la televisión pública quería hacernos una nota para contar sobre "el proyecto de estos jóvenes documentalistas chilenos". La entrevista fue más bien un interrogatorio al más puro estilo KGB y -como la entrevista fue doblada al azerí- de nuestras bocas salieron frases, odas y alabanzas al gobierno que jamás se nos ocurrió pronunciar.

Otro incidente parecido lo sufrimos en unos campos de petróleo en las afueras de Bakú. Luego de grabar imágenes y de hacer un par de entrevistas a trabajadores, dos jeeps aparecieron de la nada a interceptarnos. Un grupo de hombres se bajaron del auto y nos gritaron que qué estábamos haciendo en estos terrenos privados. Tamara -una hiperventilada estudiante de periodismo que hizo de nuestra productora en terreno- corrió a interceptarlos mientras nuestra avispada productora Catalina sacó rápidamente la cinta de la cámara, se la metió en el quetedije, y la cambió por una virgen para evitar el decomiso del valioso material. Mientras Tamara discutía con los milicianos, Catalina –ya adiestrada en las prácticas del periodismo combativo- se preocupó de grabar tomas a la rápida en el caso de que nos pidieran revisar el material. No lo hicieron, pero sí nos obligaron a entregar la cinta. Con nuestro gran talento teatral se la dimos a regañadientes, y, riéndonos para callados por la jugada Bond de nuestra productora, nos retiramos gozando el éxito de nuestra maniobra detectivesca.

Entrevistamos a muchos líderes de la oposición, algo desesperanzados por su incapacidad de organizarse y por todos los obstáculos que el gobierno les ponía para impedir la difusión de sus ideas. De hecho, presenciamos la huelga de hambre de los periodistas de un diario que el Gobierno estaba empeñado en cerrar. Pero no todo era pesimismo. Emin Milli, un joven azerí fanático del activismo, estaba comenzando a armar un nuevo tipo de organización no jerárquica, no institucionalizada, basada en Internet y que se moviera con algo más que dinero. Apoyándose en la sed de tener más instancias para socializar de los jóvenes universitarios azeríes, se encontraba levantando un verdadero capital social que sin duda dará que hablar en un futuro cercano, y tambi én en nuestro documental.

Dejamos Azerbaiyán sabiendo que estábamos en un país que caminaba en el mismo filo de una navaja. Que a un lado tenía la posibilidad de crecer en forma explosiva y ser exitoso económicamente gracias a los enormes recursos del petróleo, o que podía caer en el abismo de la corrupción, el enriquecimiento de unos poquísimos y el aumento del autoritarismo debido a esta misma fuente de riqueza.

Ahora que estamos en Rusia esperamos poder sentarnos a pensar un poco más sobre qué nos llevamos de cada uno de estos países, de su gente, de sus problemas y de sus grandes virtudes. También miraremos el Cáucaso desde este gigante, que no le quita un ojo de encima a esta estratégica zona entre el Negro y el Caspio, y que para bien o para mal, aún respira fuerte y pesado en todo el Cáucaso.

Un abrazo!

Equipo Cáucaso.

 
   
Miércoles 3 de enero de 2007  
Quinto Reporte, desde París - Francia  

 

¡Hola a todos!

¡Tanto tiempo ha pasado! Sabemos que hace bastantes semanas que Proyecto Cáucaso no se comunica; pero bueno, aquí estamos nuevamente, enviándoles este significativo último reporte en terreno de lo que fue la etapa de producción de Cáucaso, el documental.

Ahora les escribimos desde París, ciudad en la que comenzamos el 2007 brindando por el fin de nuestras grabaciones, que deberían ver la luz el segundo semestre de este año. Así que desde ya vayan preparándose para el espectacular GRAN ESTRENO GRAN. Pero bueno, vamos a donde quedamos en nuestra última actualización.

Llegamos a Rusia a mediados de noviembre, y aparte de la nieve que vimos a nuestro arribo, no cayó nada más en el resto de nuestro periplo por el Viejo Continente. ¿Calentamiento global? ¿Buena suerte? Lo cierto es que no vivimos el blanco invierno que creíamos que íbamos a pasar en Moscú; sólo sufrimos con el gélido frío que rusos y rusas aplacaban con todo tipo de pieles, parkas y gorros soviéticos, y que adornaban las cabezas de increíbles bellezas eslavas, con lo que confirmamos lo capturado por las cámaras de nuestros colegas de Informe Especial.

Hicimos el camino de noche desde el aeropuerto Domodedovo hasta el departamento donde nos quedaríamos. Ya en la autopista se veía que el legado soviético aún presente en los países del Cáucaso aquí había sido borrado con mayor fuerza y rapidez. Pese a todo, se notaba que nos encontrábamos en la capital de la que fue la potencia comunista de la Guerra Fría. En muchas partes se palpaba la arquitectura soviética con enormes bloques de edificios y construcciones monumentales de la época de Stalin o Kruschev.

En las calles se veían muchos militares, policías y estaba lleno de controles de seguridad en el metro. Se percibía un cierto temor por la posibilidad de algún atentado, como ya había ocurrido en años anteriores en el tren subterráneo, en teatros o en mercados moscovitas. Al igual que en Azerbaiján, sentíamos que nuestro trabajo en este país iba a ser complicado; andar con una cámara grabando por la ciudad generaba en nosotros el temor de que nos pudiesen detener por cualquier cosa y someternos a un cuestionario en ruso que no hubiésemos tenido muchas posibilidades de comprender, pues si bien los meses invertidos en clases nos sirvieron para movernos e interactuar en conversaciones básicas, no nos permitían comprender mucho más allá que los formalismos iniciales de este complicadísimo idioma.

A esto se sumaba una burocracia bastante incomprensible -según cánones occidentales- para validar nuestra estancia. En Rusia no basta con tener la visa, sino que hay que acreditarla con el Ministerio de Relaciones Exteriores, con la policía, y, más aún, hacer este trámite en cada una de las ciudades rusas en las que uno esté por más de cuatro días. Y es que el Gobierno necesita saber dónde están los extranjeros, y para peor, esto no es gratuito: nos costó cerca de 30 dólares y todo un día de trámites haciendo fila.

Al día siguiente de nuestra llegada tuvimos el honor de deleitamos con un exquisito almuerzo que incluyó, entre otras cosas, pisco sour, caviar, y un delicioso postre de chocolate en la residencia del embajador chileno en Rusia, que es pariente de Cristóbal. Ese almuerzo sería el opuesto a nuestro régimen alimenticio en Moscú, compuesto esencialmente de una barra de chocolate (un Snickers) por día, comprada previamente en el Cáucaso, ya que nos habían advertido de los estratosféricos precios moscovitas.

Pero tampoco podemos decir que comimos poco. Cristina, la chilena dueña del departamento donde nos quedamos, llegaba todos los días en la mañana para cocinarnos unos “livianitos” desayunos que consistían, por ejemplo, en salchichas fritas con arvejas, bistec con tomate, omelettes, o ricotta con mermelada, con lo cual quedamos bastante bien para soportar el frío de Moscú.

Nuestro primer encuentro con la Plaza Roja fue bastante emocionante, pero como suele pasar con las cosas tan famosas y que uno ha visto toda su vida por televisión, la realidad choca con el imaginario personal. ¡Es más chica de lo que creía! ¡Yo me la imaginaba más cuadrada!, fueron algunas frases pronunciadas por parte del equipo Cáucaso. Sin embargo, debemos ser justos y reconocer que es un lugar alucinante, lleno de historia, repletísimo de gente, con un majestuoso Kremlin coronado con una estrella roja en la punta del reloj de una de sus torres, y con una iglesia de San Basilio que con sus domos coloridos alegran el gris eterno del invernal cielo moscovita.

Otro mundo era el que se veía bajo el suelo de Moscú. El metro de esta ciudad representa un buen ejemplo de la fastuosidad de la época soviética. Estaciones gigantes -verdaderos bunkers- donde la escalera mecánica para bajar al andén demora cinco minutos, repletas de mosaicos -unas verdaderas obras de arte- con imágenes de la hoz, el martillo, obreros, líderes de la revolución, y todo tipo de íconos soviéticos, les recordaban a los moscovitas y a los turistas un poco de su historia reciente.

Una de las noticias que marcó nuestra estadía en Moscú fue el asesinato, en octubre, de la periodista rusa Anna Politkóvskaya, quien fue muy crítica de las políticas del Kremlin especialmente en lo referente a Chechenia y el Cáucaso Norte. Por más que a muchos moscovitas este hecho no fuese demasiado relevante -quizás porque están acostumbrados a este tipo de noticias-, a nosotros nos dio una idea muy clara del estado de la libertad de expresión en que viven los rusos.

Por otra parte, mencionar la palabra Cáucaso no era algo que dejara indiferente a la población. De hecho, mucha gente nos decía que teníamos que tener cuidado, pues actitudes racistas con cualquiera que no pareciera eslavo son pan de cada día. En las calles pudimos ver esto, pues muchas veces observamos cómo policías detenían a inmigrantes y les pedían sus documentos. Afortunadamente, nosotros no tuvimos ningún problema, pues nuestro look de turistas nos salvó…excepto el día en que nos íbamos de Moscú, cuando en el aeropuerto el oficial que chequeaba el ingreso a la sala de embarque nos retuvo por cerca de una hora y media. Revisó con lupa todo nuestro equipaje de mano, e incluso mandó a buscar nuestras mochilas ya facturadas para pasarlas por rayos x. Todo esto porque creía que estábamos traficando arte, pues llevábamos un par de pinturas artesanales compradas en un mercado de las pulgas en Tbilisi, Georgia, que quizás creyó que eran valiosas obras de colección.

Dentro de las entrevistas que hicimos en Moscú rescatamos las conversaciones que tuvimos con Tatiana Vorozheikina, analista internacional de CNN y ex decano de Ciencia Política de una importante universidad de Moscú, y la entrevista que hicimos a Vadim Medvedev, ex miembro del politburó de Michael Gorbachov y uno de sus líderes más reformistas. Con ellos confirmamos lo que pensaban muchos rusos en relación a la actitud de Putin hacia la zona del Cáucaso, que según ellos es un claro ejemplo de la convicción -con resabios imperialistas- de que el Kremlin todavía “tiene el derecho” de ejercer su influencia directa sobre una zona que -al menos en el papel- ya es independiente de la política de Moscú.
Por otra parte, muchos rusos nos contaban que la actitud del Gobierno hacia el Cáucaso ruso, especialmente respecto de Chechenia, no era más que una forma de tener un enemigo común para ocultar otro tipo de problemas internos que podrían desestabilizar al país.

Conversando con jóvenes rusos en una universidad de Moscú, con una dueña de casa rusa que tenía en su historial el “temible” hecho de haber nacido en la capital de Chechenia, tomando té con una profesora en su casa ubicada en un bloque gigantesco de edificios soviético, o conversando en la Fundación Gorbachov con uno de los mentores de la glasnost y la perestroika, dejamos Moscú con la sensación de haber estado en una ciudad que por todas partes huele a capitalismo, pero donde aún se perciben prácticas, costumbres y formas de ver la vida que hablan mucho aún del control de la época comunista.

En los próximos días llegamos a Chile con la certeza de tener por delante un enorme desafío: ser capaces de mostrarles a ustedes -y a la máxima cantidad de gente posible- todo lo que vimos, sentimos y vivimos estos cuatro meses de viaje, de búsqueda, de trabajo arduo y de descubrimiento. Un proyecto que si bien está centrado en el Cáucaso, pretende abarcar mucho más que esa zona geográfica, que nos plantea preguntas sobre la democracia, el libre mercado, la globalización, y también sobre sueños, frustraciones y locuras de juventud. Un proyecto que acaba de terminar de dar un gran paso y que sin duda debe dar muchos más. Les damos enormes gracias por sus mails de apoyo, por sus buenas vibras y por sus deseos de éxito, que sin duda fueron esenciales para poner término a esta etapa.

Seguiremos informándoles sobre los últimos avances de Cáucaso, el documental. Esperamos seguir contando con ustedes. Un enorme abrazo. Nos vemos en Chile.

Equipo Cáucaso.